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sábado, abril 29, 2006

¿Seremos nosotros, señor?

¿Soriano estará hablando del fútbol chileno? Aquel fútbol en donde arqueros prácticamente desconocidos por el medio, como Cristián Trejos, Alberto Erlich, Jhonny Pérez o Eduardo Azargado buscan su minuto de gloria, pero sólo logran eso que buscan: un minuto. Por ejemplo, Carmelo Vega, esbelto arquero, promesa del fútbol chileno que aparece en 1998 junto con Rodrigo Pinto y Carlos Ortega y que es llamado a la selección por el calvo Nelson Acosta. Luego de perderse dentro del mapa futbolero vuelve en éste 2005 al primer plano, siendo el reemplazante del suspendido Nicolás Peric y logrando tapar 5 penales en forma consecutiva. Ya con más kilos que en 1998 aparece nuevamente en los diarios, revistas e incluso notas televisivas adelantando el despegue definitivo de una de las grandes promesas del arco chileno en el siglo 21. Sin embargo, luego de no poder tapar su sexto penal seguido y una serie de desafortunados errores pierde el puesto con Marcelo Jelvez, un desconocido golero chileno que cuenta en su currículo la titularidad del Mundial Sub 17 de Egipto 97. Hace muy poco es informado por la dirigencia de la Universidad de Concepción que debe buscarse un nuevo club, ya que no es tenido en cuenta por el nuevo técnico y que será postergado a ser el tercer arquero del equipo del Campanil luego del arribo del mundialista uruguayo, Federico Elduayen.También está el caso de Eduardo Azargado, un nortino, por años resagado a la suplencia de Ronald Yavar, Carlos Prono y hasta del mismo Jhonny Perez, que logra el paso a la Libertadores 1994 con Unión Española. La vida parece sonreírle. Es el titular de la campaña 1993 y suena como posible refuerzo de esa “U” de Aredes, Delgado y Salas para ser el suplente de Sergio Vargas, el mejor arquero de ese año. Finalmente al equipo azul llega Nelson Cossio y Azargado se concentra por completo en su titularidad para el gran desafío que se le presentaba al equipo hispano. Pero de un día para otro pasó a ser el posible suplente de un arquero que haría historia en nuestro fútbol, Sergio Vargas, a ser el reserva del recién llegado Gerardo Rabajada, un uruguayo, clon de He Man, y que debió tener un gran representante para llegar al Sevilla, un equipo con tradición en la Liga española.Pero aljemonos un poco del tema de arqueros. Historia en donde los porteros tienen su minuto de fama hay muchas, pero canchas tan malas como la de Estrella Polar hay sólo una en nuestro fútbol de Primera División: San Felipe. Y no sólo eso coincide con el equipo del pintoresco Clavito Godoy. Osvaldo Soriano, en su cuento El penal más largo del mundo, cuento que llegó a ser repartido en todos los estadios del fútbol argentino hace pocos años, dice que los defensas de Estrella Polar “eran lentos como burros y pesados como roperos y que gritaban como marranos cuando no tenían la pelota”. ¿Estará hablando de Richard “Manteca” González (a punto de cumplir 40 años), Juan Robledo y Jhon Ahumada?, el trío de centrales del club del Aconcagua. Soriano dice que daban y recibían golpes con tanta lealtad y entusiasmo que es imposible no asociarlos con el “temido” mediocampo sanfelipeño de Huaiquipán, Celedón, Cataldo y Luis Nuñez, que reciben muchas patadas durante los partidos, pero que cuando hay que dar, como dan…“Por las noches celebraban en el prostíbulo de Santa Ana y la gorda Leticia se quejaba de que se comieran los restos de pollo que ella guardaba en la heladera”, dice el viejo Osvaldo. Similar a lo que sucedía en 1996, cuando la bandita liderada por Juan Carreño, Dionny Guerra y el hondureño Wilmer Velásquez (meto las manos al fuego por el gran Coke Contreras), celebraban cada triunfo y pasaban las penas de cada derrota donde la archi conocida Tía Olga en Concepción. Soriano cuenta. “Nosotros, que por ser menores jugábamos los sábados, no nos explicabamos como ganaban si eran tan malos”. Lo mismo sigo pensando en cuanto a la digna participación que tuvo Chile en la Copa América de 2001, en Colombia, con la selección que tenía jugadores más desconocidos de los últimos tiempos. Hablar del árbitro es un tema peligroso. Debe haber tenido procedencia uruguaya el referí Herminio Silva, para andar con la “maldad” durante todo el encuentro, pendiente de cobrar una pena máxima. Pero no, en nuestro país también sucede. Universidad de Chile de 1994 y 1995, si bien contaba con grandes jugadores, será difícil que se saque ese peso de los penales inexistentes. Dejando de lado el gol fuera de juego de Marcelo Salas frente a la UC en 1994 que prácticamente definió el campeonato, es imposible olvidar ese penal sancionado en la altura de El Salvador, que finalmente le daría el título al equipo del Lulo Socías. Adolfo “Fito” Ovalle, un cruzado de corazón, abría el marcador para el equipo nortino, lo que llevaba a una definición en un partido único entre ambas universidades. Cobresal dominaba y el equipo azul no tenía por donde. Ahí Imperatore Marcone, sacó el Herminio Silva que llevaba adentro y cobró la pena máxima en un mínimo desplazamiento de Juan Rivera al nóbel Marcelo Salas. Luego Mardones daría el empate definitivo.El año 1995 siguió llamando a la duda. Universidad de Chile se vio favorecida con una cantidad “sospechosa” de penales siendo dos, en las últimas fechas, los que siguen llamando poderosamente la atención. El partido entre la U y Palestino era el gran duelo de la fecha. La polémica ya estaba dada. Aníbal Pinto, arquero del equipo árabe, pertenecía a los registros de Universidad de Chile, por lo que la dirigencia azul no lo dejó actuar y le restó una de sus figuras al equipo tetracolor. Arturo Palma, otro arquero de muchas temporadas en el fútbol profesional, pero con muy pocos partidos como titular tomaba la posta. Era la figura del partido. El partido estaba empatado en un gol, pero Palma contenía una y otra vez los embates del equipo azul, que a esa altura jugaba con muchos hombres en ofensiva, ya que el empate los dejaba igualados en puntaje con la UC. Faltaban sólo cinco minutos y un pelotazo largo, que había dejado en mitad de la cancha al rechoncho arbitro Rafael Hormazábal (nada contra los rechonchos, aguante Paulo Pérez de Wanderers), llegaba al área de Palestino, lugar en donde caería nuevamente Marcelo Salas, sin haber contacto alguno. A esta altura el guatón tal por cual (acá me salió el hincha de la UC) de Hormazábal, cobraba un nuevo penal para la U, a muchos metros de la jugada y además tapado por varios jugadores. Otra vez la señora ANFP, muy amiga del señor Darío Calderón hacía de las suyas. Aunque quiero creer que fue sólo el espíritu de Herminio Silva.De más está decir que Universidad de Chile se tituló campeón en un partido ganado a Deportes Temuco por dos penales a cero.Con esos árbitros, dan ganas de ahorcarlos, parecido a lo que sucede en el cuento, como lo hizo Miguel Angel Gamboa y Sergio “Charly” Vásquez o el lotino Héctor Toledo e Ignacio González en épocas más actuales. No, perdón, la violencia no conduce a nada.Grande Soriano, y después dicen que no aparecemos ni en las cómicas…

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Jajaja buena novela...confabulaciones, maniobras oscuras...para explicar el fracaso de la UC. La U del 94 y 95 son los mejores equipos en rendimiento estadistico en la historia del futbol chileno.

10:43 a. m.

 
Blogger Cristian Salgado Poehlmann said...

Estoy buscando información de cualquier tipo para escribir sobre Alberto Erlich. Si me pudieras ayudar, sería fantástico, con lo que sea, da lo mismo si es una célula o un edificio. Gracias. Contacto: melkorpartyboy@hotmail.com

7:16 a. m.

 

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