Pulp Fiction. De Tarantino, obvio...
Pulp Fiction es “una masa suave y húmeda de una sustancia”¿De qué sustancia? Ya lo veremos. De principio a fin –o viceversa- se respira eso que a los ociosos, pero, al menos, acertivos, traductores les gustó llamar “Tiempos violentos”.
Pulp Fiction (EEUU, 1994, Quentin Tarantino) es la historia subterránea y bulliciosa de gente violenta, criminal, adicta a la venganza y al peligro. Una película moderna acerca de los viejos vicios; el reconocimiento, al más puro estilo de Tarantino, de una comunidad apestada, pero también embobada por el espectáculo fascinante de la vida al límite. Es esta contradicción la que se repite también en el espectador, pues al mismo tiempo que espanta, por la realidad perversa y la visión corrupta y descarriada del mundo que se nos muestra, atrae, porque lo sucio seduce, invita al pecado y finalmente atrapa.
En un primer momento nos veremos fascinados por el reflejo de la vida perdida de los chicos malos, pero luego, e irremediablemente, surgirá el asco. Una extraña sensación de la conciencia como si esta estuviera manchada, como si estuviera vencida por esta realidad. Es la densa y dura cara de la vida bruta y fría. Un balazo a quemarropa, un twist, una sobredosis, la santa Biblia, todo esto es una y la misma cosa. Todo esto es la vida que se abalanza y atropella. Es la ola que sorteamos constantemente, es el miedo y la expectación de lo turbulento, de lo irracional de la existencia.
Pulp Fiction reúne en sí la más clásica trama del cine negro –del cual Tarantino es absoluto devoto- con una extraña mezcla de las más recónditas referencias de la cinematografía mundial, pasando por el claro tributo a Hitchcock en la escena en que Butch (Bruce Willis) observa por el parabrisa de su auto a Marcellus (Ving Rhames), tal cual lo hiciera Janet Leigh en la legendaria Psicosis. Asimismo la recordada escena del twist entre Vincent (John Travolta) y Mia (Uma Thurman) es semejante a la escena de Banda aparte de Jean Luc Godard, aunque el mismo Tarantino asegura que tal baile lo extrajo de la película animada Los Aristogatos.
Por su parte, Pulp Fiction ofrece una exquisitez técnica y narrativa sobresaliente. El manejo del tiempo como recurso cinematográfico es, sin duda, la mayor destreza de Tarantino. Tres relatos (que en principio se dirigía a ser tres cortometrajes diferentes) son conectados por medio de líneas oblicuas y dispersas creando una sola gran realidad que se entrega a la determinación de un tiempo circular único. Es la realidad densa que nos propone la trama la que triunfa finalmente en la imagen. No se trata de un juego narrativo innecesario en el que el principio es al mismo tiempo el final de la película. Corresponde esencialmente a la representación de la realidad tal como se presenta: caótica, multiperspectiva e ilógica. Tan sólo como ejemplo, nótese que en la escena en la cual Pumpkin (Tim Roth) y Honney Bunny (Amanda Plummer) preparan el atraco al restaurant en el cual desayunan se oye muy de fondo la voz de Vincent anunciándole a Jules que se dirige al baño. Este detalle demuestra que la realidad se presenta de mil formas distintas, en espacios y tiempos también distintos. Refleja la prodigiosidad en el manejo del relato, cosa que Tarantino hace funcionar a la perfección. Toda la trama es un sinfín de detalles caprichosos e intencionales que conducen al espectador atento hacia el vislumbramiento de algo así como el tiempo en su condición esencial y radical, en donde el futuro se hace presente y al hacerlo se hace real, al mismo tiempo que el pasado perdura de manera concreta en la acción de la presente. Basta decir que tal forma de narración es archirepetida en el cine que seguiría a Pulp Fiction (Amores Perros, Ciudad de Dios, Snatch, Cerdos y diamantes) sin duda porque tan sola esta manera de presentar los hechos logra una dinámica en la cual el cine traspasa la barrera del tiempo lineal.
En cuanto a la utilización de planos, Tarantino exagera en primerísimos planos, generalmente acompañados por luces tenues que moldean las formas. Así, por ejemplo, lo podemos notar en los acercamientos a la cerradura del maletín, la boca de Mia, el rostro de Butch mientras Marcellus monologa durante dos minutos, etc. Los acercamientos bruscos (la jeringa que se introduce en el brazo de Vincent, así como la que Vincent le introduce a Mia para revivirla) así como los planos de campo medio son utilizados en muchas ocasiones, con frecuencia para dar fuerza al desarrollo de la escena (Vincent y Jules –Samuel L. Jackson- en casa de Brett o Vincent y Mia en la bizarra conversación en el Jackrabbit´s Slim) El plano americano, así como los planos inclinados y la media figura son ocupados por Tarantino casi en la totalidad de la película, aunque carecen de la efectividad que se les ha impreso a las escenas de corte close-up. En cuanto a la iluminación, Tarantino deja en claro la intencionalidad de cada cuadro de acuerdo a su uso. Así, podemos observar escenas en las cuales el blanco de la luz predomina casi por completo (la casa de Mia al momento en que Vincent pasa por ella, El baño de Jimmie, etc) Tonos rojizos y más oscuros son los que se encuentran en el bar de Marcellus, la habitación del motel en donde se encuentran Butch y Fabienne (María de Medeiros) o el oscuro antro sodomita en donde se hallan el propio Butch y Marcellus. Por último, los primeros planos son acompañados con luces tenues y de medio lado.
Respecto de la problemática del tiempo y la perspectiva del espectador en Pulp Fiction, Tarantino nos da ciertas pistas extremadamente pequeñas a través del film que nos permiten resolver la disyuntiva en al menos un par de ocasiones. En este sentido, sólo con minuciosa atención podemos captar este minúsculo detalle premonitorio. El primero y más obvio es el que la propia estética del film nos entrega al contar los hechos de forma caótica. Se trata de una situación en la que el espectador se hace omnisciente con respecto a la muerte de Vincent. Sabemos, sin duda alguna, el destino del personaje de Travolta en la cafetería, aún comprendiendo que es en la parte final en la cual nos venimos a enterar. Este es el juego que Tarantino nos hace jugar, nos hace saber que tenemos el poder pero, al mismo tiempo, que este poder no vale de nada, pues él mismo ha inventado las reglas. Existe una segunda situación, no obstante, en la cuál el espectador debe poner toda su capacidad recordatoria y analítica a prueba. La metralleta que Butch ha encontrado en la cocina de su apartamento mientras Vincent se encuentra leyendo en el baño una clásica Pulp Fiction era en realidad propiedad de Marcellus.¿Cómo? Claro, Marcellus se encontraba comprando cafés ( Nótese que Marcellus lleva dos vasos en el momento en que Butch lo observa por el parabrisas) mientras Vincent leía tranquilamente. Por este motivo, Vincent no reacciona cuando oye que alguien ha entrado en el departamento. Por lo demás recuérdese el diálogo que sostienen Vincent y Jules antes de matar a Brett en el cuál afirman que en vez de tener un par de metralletas no poseían más que unas pistolas doradas.
Son estos pequeños elementos los que conforman el lenguaje cinematográfico. Tarantino ha llegado al límite y ha dejado al público en una posición expectante frente al espectáculo fascinante de la imagen y del sonido. No es menor que la banda sonora de la película corresponda a la propia discoteca de Tarantino. La estética exuberante y estrafalaria también es propia del director. Los peinados afro, los trajes negros, los diálogos estilizados y fútiles, todo eso es Pulp Fiction. Realidad 100% en formato de 35mm.
Pulp Fiction permite solo en parte resolver el enigma que el espectador desea desentrañar. Es, al mismo tiempo, la visión real de los hechos y la visión de un sub-argumento basado en pequeñísimos detalles que crean un segundo relato oculto silenciosamente bajo el guión superficial.
No hay en el cine de Tarantino una sola metáfora. Su lenguaje es duro y áspero. No concede licencias de ningún tipo y aunque sus diálogos parecen innecesarios no hay en ellos una sola coma de más, Pues estos reflejan fielmente una sociedad posmoderna, con un agudísimo humor negro, sin esperanzas, y sobre todo, ávida de vivir al límite.
El espectador debe rendirse ante el jueguito enfermizo de Quentin y descubrir en él la médula de la expresión cinematográfica como la contemplación del mundo al revés, del mudo banal y de diálogos estúpidos que son reflejo del brote de criaturas negras viviendo en Los Ángeles.
Pulp Fiction es “una masa suave y húmeda de una sustancia indeterminada” ¿De qué sustancia? Pues, de la cruda realidad en la cual vivimos y acaso no queremos conocer. Tarantino nos la tira en la cara.
1 Comments:
http://www.mariademedeiros.net/
11:18 a. m.
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